SINOPSIS
En la Francia ocupada por el Tercer Reich, Brigitte Fontaine, una temeraria joven francesa, emprende un viaje para recuperar lo único que le queda. Una historia en la que la supervivencia mueve los hilos de las vidas de las personas que se cruzan con Brigitte.
CAPÍTULO
I – Una sombra más
Suiza,
1974
Madame
Giroux apagó el proyector y encendió la luz del aula. Después, observó a sus alumnos.
Algunos hincaron los codos en los pupitres mientras se sujetaban la cabeza
entre las manos, otros permanecían con la mirada fija en la pantalla vacía. Los
gestos de sobrecogimiento de los jóvenes le confirmaban a la maestra que las
imágenes del documental les habían
impactado.
—Madame Giroux, es que… bueno, —Monique Giudice, giró la
cabeza despacio hacia un lado y otro mirando a sus compañeros antes de
continuar—: Sabemos que usted es francesa. ¿Podría preguntarle…? —Se mordió la mitad izquierda del labio
inferior y dejó la pregunta a medias.
—Adelante Monique. ¿Qué quieres saber? —dijo la maestra.
—Usted… su familia ¿Cómo vivieron durante todos esos años de
guerra? —Monique miró hacia la pantalla.
—¿Pertenecieron a la resistencia? —añadió con rapidez y una
gran sonrisa Pierre Saugier.
—Cállate Pierre —le ordenó Gideon Hofstein de malos modos.
Después, en un tono entre rencoroso y desafiante añadió—: Quizás Madame Giroux
prefiera hablarnos de cómo los franceses colaboraron con los alemanes para
deportar a los judíos que vivían en el país de la liberté, egalité y sobre
todo fraternité.
Un silencio punzante se adueñó de la clase.
La profesora se levantó de la silla y agachó la cabeza. No
quería que los alumnos la viesen al borde de las lágrimas. Además, ¿qué podía
responder?
Francia, 1942
Corría el mes de julio de 1942. Un
mal año para que una jovencita de dieciséis recorriera de madrugada los diez
kilómetros que separan Nantes de Vertou, sin más compañía que un hambre charlatana.
Diez kilómetros de peligros y temores en la Francia ocupada
por los nazis.
Pero Brigitte Fontaine estaba dispuesta a arriesgar la vida
para recuperar lo único que le quedaba.
La noche del veintiuno de julio, antes de lanzarse a las
calles desiertas de Nantes, recogió en un hatillo las míseras pertenencias que guardaba
en aquel húmedo cuchitril. Echó un vistazo a su alrededor: ya no tendría que
soportar esa podredumbre. Brigitte respiró hondo y se persignó. Iba a infringir
el toque de queda. Lo había hecho en otras ocasiones, pero esta vez las piernas
le temblaron como las de un bebé que tratase de dar sus primeros pasos.
Y comenzó el viaje.
Avanzó como una sombra más de la noche: unas veces deslizándose
por los muros y otras reptando por los suelos de las calles cercanas a la
basílica de Saint-Donatian et
Saint-Rogatien y de la rue de
Coulmiers. De tanto en tanto, se paraba unos instantes en callejones
estrechos y malolientes para acurrucarse, tan asustada, que hasta el sonido de
su propia respiración la sobresaltaba.
Olfateó el aire. Casi podía oler la humedad del Loira.
Entonces, un par de manzanas antes de llegar al cementerio de la Bouteillerie, el golpeteo de las botas de una patrulla contra los duros adoquines rompió el silencio impuesto por los invasores. Se agazapó justo a tiempo en el hueco de un portal. El corazón le palpitó tan fuerte que temió que los soldados de la Wehrmacht lo escuchasen.
Entonces, un par de manzanas antes de llegar al cementerio de la Bouteillerie, el golpeteo de las botas de una patrulla contra los duros adoquines rompió el silencio impuesto por los invasores. Se agazapó justo a tiempo en el hueco de un portal. El corazón le palpitó tan fuerte que temió que los soldados de la Wehrmacht lo escuchasen.
Se aproximaban. Estaba perdida. Unos minutos más y caería en
las manos de esos malditos. Aterrada, cerró los ojos y escondió la cabeza entre
las rodillas al tiempo que las rodeaba con los brazos.
(Continuará)
Relato corto en cinco capítulos (uno cada día).
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