¿Ha de parecer que muero en cada verso?
¿Que las penas de amores me inspiran
la amargura en cada
rima?
¿O que las musas solo me susurran tras un beso?
Por mi cabeza, un desfile de osadas aventuras
se adueñan sin piedad de mis relatos.
No le negaré la vida a ningún personaje beato
ni a la bruja malvada de fantasía oscura.
Todo cabe en la página en blanco:
el olor del
lóbrego castillo,
el sonido del llanto de un chiquillo,
el tacto de la vieja madera de un banco.
Nunca me atarán un lápiz negro en la mano.
No, yo pinto con el arcoíris mis escritos.
Aunque los editores me conviertan en proscrito,
si tú me lees, mi esfuerzo jamás será en vano.
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