Las líneas siguientes surgieron después de leer un artículo en una revista impresa acerca del aumento de niños emigrantes que viajan solos (previo pago a las mafias, claro) desde África hasta Europa. Por desgracia, esto es una tragedia también en otros continentes.
Tus ojos de papel,
aún limpios, me revelan una triste historia:
Qué perversa
la tierra que escupe la tierna semilla.
Qué
indolentes las manos del sembrador que no la arropa.
Ojos
impasibles la esparce.
Tú, pequeña
semilla, tan sola, te acurrucas temblando. La brisa, con sus suaves cantos de
sirena, te mece para que el huracán te
arrastre lejos, despojándote hasta del aliento.
Y llegaste a mi casa.
Y ¿qué hago?:
Te riego con
lágrimas que escuecen tus heridas.
Escribo un
relato con principio y sin final.
Tus ojos de
papel, aún limpios, me revelaron una triste historia.
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